
Desde muy joven, Jocelin Zuckerman ha estado frente a las cámaras. Su rostro se volvió familiar para toda una generación gracias a personajes entrañables que interpretó con una mezcla única de ternura, carisma y fuerza. Pero más allá del brillo de la pantalla, Jocelin siempre fue una artista inquieta, una observadora del mundo con una sensibilidad particular para contar historias desde lo humano, lo auténtico y lo que se sale del guion.
Después de más de una década construyendo una carrera como actriz en televisión y plataformas digitales, hoy Jocelin da un paso al frente como directora. No solo ha crecido frente a nuestros ojos, ahora también moldea desde dentro las narrativas que quiere ver en el mundo. Su visión está marcada por la honestidad emocional, por una mirada íntima que pone en el centro a los personajes que habitan los márgenes y las preguntas que aún necesitan espacio.
En esta edición especial de Pride, celebramos no solo su talento, sino también su valentía para habitar su verdad con libertad, y transformar esa experiencia en arte. Jocelin representa a una nueva generación de creadoras que no temen mostrarse como son, ni contar las historias que nacen desde su propia voz. Hoy, más que nunca, dirige su camino.


Esa transición de actriz a directora no ha sido casual, sino el resultado de un proceso personal de exploración, aprendizaje y reconexión con su propia historia. Para Jocelin, dirigir no es solo estar detrás de la cámara: es crear espacios donde otras voces, otras identidades y otras formas de amar puedan existir sin filtros. Su sensibilidad la ha convertido en una narradora con una perspectiva única, donde lo íntimo se vuelve universal y lo cotidiano cobra fuerza simbólica.
Mientras crecía frente a las cámaras, también lo hacía por dentro. “Me siento afortunada de haber crecido con tanta libertad. Interpretar personajes me permitió encarnar historias que también eran parte de mí, porque me ayudaron a entender muchas situaciones de mi vida desde otro ángulo”, comparte. Uno de esos personajes fue Adri, de La CQ, quien sin saberlo le dejó una marca profunda. “Adri me enseñó que puedo usar la ropa que sea, no importa si es de ‘hombre’ o ‘mujer’. Vístete con lo que te haga sentir cómoda y te guste a ti.”
Ese espejo temprano le dio permiso para experimentar, para cuestionar, para afirmarse. Y ese permiso se volvió motor. “Hace unos años me enfrenté a una situación donde yo estaba encargada del set y un camarógrafo no me hizo caso. Tuve que marcarle al productor para que hablara con él. Después de la llamada, me hizo caso. Ese tipo de situaciones no deberían pasar nunca.” Ahí comprendió que el cambio debía empezar desde el origen. “Por eso empecé a escribir mis propias historias y a dirigirlas.”
Referentes como Zoë Kravitz también han encendido su fuego creativo. “Siento que hay muchas actrices que nos están abriendo el camino como directoras. Y eso me mueve.”
Fuera del set, Jocelin ha usado su voz para amplificar causas que importan. Recientemente conoció The Trevor Project, organización que apoya en crisis y prevención del suicidio a juventudes LGBTQ+. “Tiene herramientas que nos pueden servir a muchas personas. Atiende temas como salir del clóset, identidad de género, depresión e ideación suicida.”


En redes ha sido abierta sobre su identidad, y su mensaje es claro: no hay prisa, no hay reglas. “Respeta tu proceso. No creo que sea necesario salir del clóset ante todo el mundo. Hazlo con las personas que te hagan sentir cómodx. Lo más lindo para mí es cuando sabes quién eres. Cuando te conoces, te permites soltar.”
Así es Jocelin hoy: una artista que ha hecho de la libertad su lenguaje, de la autenticidad su bandera y de la dirección un acto de construcción colectiva. Una mujer que no solo habita su voz, sino que la dirige.
Hoy, Jocelin no solo es la actriz que muchos crecimos viendo en pantalla. Es una creadora que entiende el poder de contarse a sí misma, de escribir y dirigir desde la experiencia, desde la verdad. Su historia no es solo de evolución profesional, sino de autenticidad, de valentía y de sensibilidad convertida en arte.
