
En un país donde aún se lucha por la representación justa y la libertad de ser, hay voces que no solo se escuchan, se sienten. Una de ellas es la de Roberto Carlo. Actor, conductor y activista, ha sabido construir una carrera donde el talento y la autenticidad se encuentran sin pedir permiso.
Su mensaje es claro: “Aquí se vale sentir, vivir y amar con libertad.” Y no es una frase para la foto, es una declaración de vida.
Desde que debutó en la televisión siendo apenas un adolescente —con participaciones en Rebelde y más tarde como Renzo en Atrévete a soñar— Roberto supo que su vida estaría conectada al entretenimiento. Pero lo que quizás no sabía entonces, era que esa misma plataforma que lo vio crecer también sería el lugar desde donde abriría caminos para otras personas.
La historia de Roberto Carlo no es la de una fama perfecta. Detrás del reflector hay un hombre que ha atravesado momentos de ansiedad, depresión, cuestionamientos internos y estigmas sociales que intentaron reducirlo a una versión más cómoda para los demás. Pero él eligió lo contrario: reconstruirse desde la verdad.
Y fue precisamente esa vulnerabilidad la que lo volvió poderoso.


Más allá del escenario
El activismo de Roberto no es de pancarta ni de discurso vacío: es un activismo cotidiano, profundo, que se cuela en las conversaciones, en las decisiones, en sus redes, en su voz. Hablar abiertamente de su orientación sexual durante la transmisión en vivo de un programa matutino fue un momento clave, no solo para él, sino para muchas personas que vieron en su valentía una puerta abierta.
“Adquirí una responsabilidad que no veía venir, pero entendí que era urgente tener representación en los medios que forman opinión, como la televisión”, recuerda. “Si desde mi trinchera ayudé a que madres, padres e hijxs abrieran conversaciones en casa, eso me llena de ilusión”.
También ha visibilizado temas como la ginecomastia, los procedimientos estéticos en hombres y los procesos de salud mental, rompiendo estigmas que, por años, han estado silenciados.
Estilo, corazón y comunidad
Su estilo también es una declaración. Inspirado por su madre y su abuela, Roberto no sigue tendencias: cuenta historias con lo que lleva puesto. “Nunca me he casado con una marca, pero sí con el estilo. Lo que llevamos dice mucho de lo que somos. Hoy estoy en una etapa más neutra, más madura, pero con ese toque fresco que me representa”.
Ese compromiso con lo auténtico lo llevó a conectar profundamente con la comunidad LGBT+ en espacios como La Más Draga, donde su presencia como conductor fue una celebración genuina de identidad, arte y libertad. Más tarde, en Afterglow, se entregó a un personaje que lo transformó noche tras noche sobre el escenario: “Aprendí a crecer con él, a sentirlo, a entenderlo”.
Y ahora, desde el formato íntimo del podcast, abre un nuevo capítulo.

Historias por contar
Cada miércoles a las 8PM, en su canal de YouTube y Spotify, Roberto Carlo lanza un episodio de Historias por contar, un podcast donde entrevista a celebridades y personas comunes con relatos extraordinarios. El enfoque no es la fama, sino la emoción. Las verdades que todos compartimos en algún punto.
“Conectar desde las emociones es mi lenguaje favorito”, dice.
“Por eso este proyecto me mueve tanto. Porque todas y todos tenemos historias que merecen ser escuchadas”.
Entre la exposición y la intimidad
Roberto sabe que la visibilidad es una herramienta poderosa, pero también ha aprendido a proteger su mundo íntimo. Comparte con honestidad en redes, pero guarda con cuidado los momentos con su pareja y su familia. “La privacidad también es un tesoro”, confiesa. En ese equilibrio ha encontrado una forma de habitar la fama sin dejar de ser él.
Los sueños no caducan
Y aunque su presente está lleno de proyectos, hay un deseo que sigue latiendo fuerte: volver a actuar. “La actuación fue mi primer amor. Y sé que aún tengo mucho que contar desde ahí”, dice con una sonrisa.
Porque para Roberto Carlo, soñar no es un acto ingenuo. Es un acto de resistencia, de fe, de poder. Su historia nos recuerda que cada paso que damos desde la autenticidad es una invitación para que otros también se atrevan.
“Sigo apostándole a mi voz, a mis ideas, a mi verdad. Y mientras exista la posibilidad de emocionar a alguien del otro lado, seguiré aquí, soñando con los ojos abiertos”.



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